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jueves, 17 de octubre de 2013

Encuentro con el primer impresionista: Édouard Manet


4 de enero de 1832

Había recibido desde París una carta de los Manet, él funcionario de justicia, invitándome a pasar una temporada. Llevaba unos dos siglos manteniendo amistad con Patric, hermanastro de Eugénie Desiree, esposa del funcionario, de origen algo noble y relacionada con Carlos Bernadotte, por aquel entonces príncipe heredero de Suecia.
Una bella mujer, influyente en la vida parisina, especial para las conexiones políticas de su marido, que merodeaba ciertas fuentes de información a través de la jefatura de justicia.



Llegué un día antes del nacimiento de su hijo Édouard. Nada se detectaba en el ambiente nervioso y expectante del acontecimiento.

Pasé unos días retirado, olfateando vida en su villa y los alrededores. Mi visita fue fugaz, no obstante el pequeño Édouard se mantuvo presente en mi seguimiento durante su vida.




Al nacer, observé una marca que ya conocía y que marcaría su espíritu, más que rebelde, monocorde. Esto le valió dejar atrás los sueños y el ímpetu paternal de que fuera un abogado prestigioso, envolviéndose desde muy temprano en la piel de artista pintor, que pocos resultados daban en esas épocas llenas de cabezas como la suya.


Como tantos intentó ingresar en la Academia Naval fracasando por dos veces.



Generalmente lo recuerdo viajando y debido a su posición social, con amigos relevantes como Proust que sería Ministro de Bellas Artes.

Sin embargo, la marca se fue extendiendo, atravesándolo, convirtiendo desde un clásico imitador de lo hispano acérrimo en un involuntario innovador: en “Maitre d’ecole” del impresionismo.
Y es cuando se observa “la Primavera” por primera vez y los desnudos como puzles sobre parques.


Junto a los retratos de Madame Manet
Aunque su pintura en sí no parece convencer, hay como una nube de lo inconcluso.

Cuando Édouard tenía 19 años, Auguste Manet, su padre, contrata a la pianista Suzane Lenhhoff como profesora de piano de Édouard y sus hermanos.
 A los veinte años de edad, Suzanne y Édouard desarrollan una relación personal y se vieron involucrados románticamente, incluso como amantes. En 1852, Leenhoff dio a luz, fuera del matrimonio, un hijo, León Koella Leenhoff. Suzanne y Édouard finalmente se casaron en octubre de 1863, un año después de la muerte del padre de Édouard.

La silueta tranquila y relajante  de Suzanne aparece repetidamente en la obra de Manet. Hay varios retratos de ella pintados, incluyendo la lectura, donde Madame Manet escucha atentamente las palabras de su hijo Leo o los lienzos impresionista  en el piano, en los cuales Manet pone de manifiesto el gran talento que tenía su esposa para tocar este instrumento. Por último, también es la fiel compañera del pintor y sirve como modelo para el cuadro de desnudo femenino "La ninfa sorprendida".


Como se sabe, mi sensibilidad es desbordante y suelo acongojarme sobre ciertos episodios paradójicos que se han repetido ante mi vista durante siglos: Un pintor con Ataxia locomotriz que se lo lleva cuando contaba con 51 años.

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A través de tantos años suelo recreame en los museos donde vigilo aquellos episodios que sobreviven o sobremueren entre unas pocas paredes de tiempos dispares y asimétricos.

2 comentarios:

  1. Gracias Miguel!!............por hacerme participe de esa visita a tu museo, ese que vigilas entre paredes de tiempos.

    Fantástico encuentro con Manet.........besos.

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  2. Gracias a ti por rocorrerlo juntos... Besos

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