lunes, 4 de noviembre de 2013

Elisabeth de Baviera, Sissi y Nené.

1898 era un año demasiado movido por la Guerra de EE.UU contra España para hacerse con sus colonias de Filipinas y Cuba que ya venía desarrollándose desde el anterior.

No había podido acudir a la Habana a pesar de que Mairin Valdez no dejaba de rogarme de que fuera a estar con ella. Frágil emocionalmente y gran bailarina, había que rescatarla siempre de audaces americanos con afán de conquista. Estaba aterrada ante las perspectivas de una invasión cada vez más cercana. En febrero recibí una foto increíble del Meine acompañada por otra de la bella Mairin que aún conservo. Ese motivo me llavó a Cuba en marzo.









En diciembre había recibido una misiva:

Querido amigo:
No sé si os habéis enterado del escándalo que ha estado provocando hace tiempo un tal R. Wallace. Os necesito, a pesar de que mi sobrino Stuart ha solucionado en parte los rumores, me gustaría que vos os encargarais de “hacer justicia”.
Confío en vuestro próximo acercamiento.
Lewis Carrol


Pero tuve que trasladarme a Ginebra el 23 para para celebrar el cumpleaños al día siguiente y pasar las fiestas con la Duquesa de Baviera, esa Sissi que el tiempo y la historia dejó como princesa de cuento.

Isabel, la de los pocos amantes, insatisfecha y siempre buscando emociones. Anoréxica, bulímica. Una personalidad que he visto repetirse en reinas consortes llegadas, aunque con alta alcurnia, de hogares campestres a casas reales estrictas y de componente fuerte materno.

Tuvimos tiempos felices, pocos entre tantas depresiones y ansiedades. No paraba, le rogaba después de cabalgar más de dos horas que descansara; desde las 5 de la mañana, una lucha infatigable por los deportes, la gimnasia, caminar horas interminables. Comer poco. Ese pelo hasta los tobillos, tan largo… Nunca pude comprender el significado

Hablábamos de muchas cosas, tantas. Como siempre lo más íntimo, lo que debe seguir a oscuras. Durante años borré sus palabras del pensamiento y guardé su imagen, tan bella.

Aquella alcoba en Corfú, una noche de madurez con Francisco lejos contoneando una cintura de avispa. Una vez y la luz mortecina con los cuerpos inmóviles. Sólo las voces y los miedos.


Estaba muy drogada y hablaba de tiempos sin acabar. La acomodé en el lecho donde seguía la historia que la identificaría siempre con cortes y espacios que hacía tanto sabía rellenar.
Acerqué el sillón, me pidió la mano. Me dijo, no hables; quiero que me escuches, que me saques de aquí. Secuestra a mis niños, mata a esa arpía… La voz se iba apagando con las manos apretadas, apenas sentía el pulso y la tragedia en su interior. No podía matar, aunque la sangre se alborotó ante la perspectiva de acabar con Sofía. No pudo ser, cuando clareaba me incorporé, la miré con cierta culpa y le di la espada.

Guardé para siempre una gran colección de poesías donde buscaba una respuesta y solución al destino en una elipse. Las demás fueron escondidas en Suiza y firmaba con el pseudónimo de Carmen Sylva:

"Sentada en la orilla, demasiado tiempo estuve mirando. / El murmullo de las verdes aguas era fascinante. / La tentación se me acercó, demasiado seductora, / obligándome a escuchar las mágicas palabras de las ninfas. // Y cada ola me murmuraba dulcemente: / Deja por fin que tu agotado cuerpo / Encuentre calma y reposo en nuestras aguas de jade, / Este instante liberará a tu alma. // La hora de la tentación ha terminado / Y, cobarde como un perro, regresé".

Teníamos en común el amor por los bosques y los paseos y luchábamos contra las trampas para los animales en aquellos tiempos de Munich cuando salíamos con Nené, una jovencita muy dulce, su hermana ya preparada para el matrimonio.

Con los años, y después del rechazo de Francisco José, me mantuve más pendiente a Nené, Elena, y su vida que en esos momentos alegres, el devenir era insospechable. Que esa mujercita de aspecto bastante varonil y a su vez frágil, pudiera soportar tanto dolor y tan tanta pérdida…

Cuando se casó con el bueno de Maximiliano y fueron naciendo los niños, los cuatro, todo prometía una vida feliz y a su gusto. Pero Maximiliano murió de una enfermedad que no pudieron combatir antes de los 36 años. Recuerdo ese día y su desesperación.
Después todo se iba desmoronando y tuvo que acceder al trono su hijo a los 21 años que muere por salud frágil, hereda su hijo menor que aún no había cumplido la mayoría. Parecía que su hija Isabel le iba a devolver algo de serenidad con una nieta, pero murió al poco tiempo de dar a luz a los 21 años. Todos estos hechos que le causan desesperación desembocan en locura.

Isabel, estuvo todo el tiempo con ella cuando su grave enfermedad y recuerdo que el funeral estuvo impregnado de un gran dolor esparcido hacia todos los habitantes de Ratisbona. Tenía 56 años.


Cuando Francisco se decidió por Isabel y no por Nené, por ese “algo” especial que tenía, entonces es cuando recibo letras tristes, dramáticas: "hace mucho tiempo que he muerto ya…" llegaba a decir. Pero salía la amazona y la libertad parecía apropiarse de ella. Aún el sufrimiento por sus hijos y esa suegra que se los arrebataba…

Su cumpleaños, 61 ya, y las fiestas fueron como en los últimos años después de la muerte de su primo Luis II y el suicidio de su hijo Rodolfo, vestida de negro, con la angustia y la hiperactividad mano a mano. Sin una sonrisa por la dentadura, con pánico a verse vieja. No pude tener el recuerdo de su cara, se negó a las fotos, igual que hacía casi 30 años.

No me miró ni una sola vez… No me dirigió la palabra. Alguien me dijo que seguía abusando de la morfina y la coca.

Esta es mi pintura predilecta, el recuerdo de aquellos años En Possenhofen cuando nos sentíamos libres.


Decidí tomarme unos días en Viena hasta el aviso sobre el estado de Carrol que había empeorado de la gripe en esos primeros y helados días de enero y tenía pulmonía.

Es así como me dirijo a Guildford

4 comentarios:

  1. Definir lo que queremos y ponerlo en Palabras, ordenarlo, nombrarlo, parece tan sencillo cuando leo tus relatos.........
    besos

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  2. Qué enormente desgraciada fue Sissi, no sési por ellamisma, por los demás o todo junto. Menos mal que tenía a ese vampiro maravilloso para escucharla :D

    Besito...

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  3. Tengo unas ganas de saber qué pasó en Guildford que ya no me aguanto.

    Besito...

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  4. Jajajajajaja, HADA, espero que te entretengan. Yo en realidad es como si los viviera otra vez a estas personas ya idas.
    Muchos besos!!

    Vaya a saber Moony, la verdad que tuvieron un destino bastante duro las hermanas a pesar de una niñez y adolescencia feliz.
    Ya está lo de Guilford. :))
    besito...

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