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martes, 18 de septiembre de 2018

Bobby Fischer, la triste historia de un genio



Illinois, 9 de marzo de 1943 - Reikiavik , Islandia 17 de enero de 2008.

Supongo que nadie haya olvidado a Bobby Fischer, el ajedrecista que más cerca ha estado de la perfección.

Fue hijo de la enfermera suiza Regina Wender, inteligente y políglota, y del físico de origen alemán Hans-Gerhardt Fischer, aunque existe controversia respecto de si este último fue el padre biológico de Bobby, pues Regina y Hans-Gerhardt no vivían juntos desde 1939.​ Se considera casi seguro que su padre biológico fue el físico húngaro Paul Nemenyi, dotado de asombrosa inteligencia en matemáticas.

No hace falta que detalle la cantidad de campeonatos que ganó, hasta proclamarse campeón del mundo.

Parecía que Spassky retendría el título para el ajedrez soviético; pero Bobby Fischer venció en la tercera. La cuarta partida fue tablas y, desde la quinta, se impuso rotundamente el gran maestro estadounidense. Después de un tenso desarrollo, Fischer venció a su rival tras 21 partidas (Spassky abandonó por teléfono la última partida, que había quedado aplazada) y se coronó campeón mundial el 1 de septiembre de 1972.

Aunque creaba grandes circos. Tras superar la interminable lista de extravagancias y problemas generados por el norteamericano, que reclamó repetidas veces que se apagaran todas las cámaras para acabar con el imperceptible estruendo que provocaban las máquinas, la partida terminó con la victoria de Bobby Fischer, el cual se convirtió en un héroe nacional y un icono mediático. Pocos de los que entonces celebraron su genialidad, incluidas sus rarezas, podían imaginar que el gran maestro del ajedrez fuera acabar sus días viviendo en el ostracismo y odiado profundamente por EE.UU.

El año 2003 me atrajo acercarme a él ya que me resultó incomprensible, igual que para todo el mundo, que el momento culminante de su carrera al conquistar el campeonato mundial significase también su abrupto y completo final, pues nunca más quiso volver a jugar una sola partida de competición oficial a pesar de tener solamente 29 años.

Muchos pensaban que la única explicación plausible para esta actitud era un temor insuperable a ser derrotado, lo cual se suma a los diversos indicios de obsesión y desequilibrio mental que hasta entonces había padecido desde muy joven. Además de que al no volver a jugar frustró las expectativas de todos los aficionados y organizadores del mundo. Hay que observar que la única fuente de futuros ingresos de Bobby sería el ajedrez o estaría en estrecha relación con este. Yo me inclino más por su desequilibrio. Y es una pena que no haya sido estudiado a fondo.

No quiso defender su corona ante la joven estrella rusa Anatoly Karpov y, además, el estadounidense perdió una demanda del productor Chester Fox, por dos millones de dólares, por negarse a que se grabasen imágenes del encuentro de Islandia.

Fischer, que se había vuelto todavía más retraído tras su victoria, desapareció por completo de la vida pública y dejó de competir para siempre. Sin estudios ni experiencia más allá del juego del ajedrez, el gran maestro apareció muchos años después, en 1981, en Pasadena (California), involucrado en un incidente con la policía. El ajedrecista se negó a mostrar su identidad cuando un policía se lo pidió al encontrarle cierto parecido con un atracador en busca y captura.

Las autoridades le tuvieron 48 horas detenido, donde afirmó haber sido maltratado y humillado, dando origen al celebrado texto «Fui torturado en Pasadena», firmado por Robert James.

El incidente con la policía sacó a la luz que un desmejorado Fischer dedicaba su tiempo a pegar carteles antisemitas por los coches. Criado en una familia judía, el ajedrecista había desarrollado un violento y público antisemitismo –años después su guardaespaldas afirmó que siempre acompañaba la palabra judío de un insulto–, que posiblemente procedía de la mala relación con su madre o bien del proceso de aislamiento social derivado del trastorno de Asperger.

Su país dictó orden de busca y captura contra él en 1992 por haber jugado otro encuentro contra Borís Spaski en Sveti Stefan (Yugoslavia), país contra el cual Estados Unidos había decretado un bloqueo y más tarde revocó su pasaporte.

En julio de 2004, Fischer fue detenido en el aeropuerto Narita ―en Tokio (Japón)―, por intentar salir del país utilizando un pasaporte no válido.

Boris Spassky remitió una carta a George Bush en la que pedía el indulto, en donde decía: "Bobby es una personalidad trágica. Me di cuenta de ello desde que le conocí. Es honesto, de buena naturaleza y con un alto sentido de la justicia. Pero completamente antisocial. Es alguien que ha hecho prácticamente todo en contra de sí mismo"

Fue liberado ocho meses después y autorizado a viajar a Islandia, país que acababa de concederle la nacionalidad a pesar del malestar que ello generó en las autoridades de Estados Unidos.

Falleció en Islandia tres años después. A los 64 años.



Cuenta Stankovic, asistente y guardaespaldas de Fischer, que soportó bien los caprichos y manías del genio 24 horas al día, como su obsesión por los cortes de pelo y trajes perfectos, pero que sufrió («fue un desafío para mí», asegura) con el antisemitismo de Bobby, quien jamás pronunciaba la palabra judío sin anteponer el adjetivo «sucio».

Incluso le confesó que desde joven oía voces que le impedían dormir. ¿De quiénes? «De los malditos judíos». A pesar de ser hijo de judíos y comunistas. Los comunistas tampoco le parecían mejores, sobre su padre se negó a hablar y a su madre llegó a llamarla «zorra» por teléfono. De joven se avergonzaba de ella, aunque valoraba cuánto llegó a humillarse para conseguir dinero para él.

Los periodistas, por último, sólo eran unos seres deshonestos que querían hacerle daño y desconcentrarlo, para que no pudiera resurgir. Los peores, según Fischer, eran los del «Jew York Times», como él llamaba al gran diario estadounidense «The New York Times».

Además de obsesivo, Bobby era una persona extremadamente paranoica.

*****

Volví a acercarme años después a Islandia y no pude resistir semejante caída de un genio.


Sólo lo observé, él tenía la mirada perdida y nunca pude saber qué pasó realmente… Nunca hubo de parte de los profesionales respuestas claras psicológicas, sólo que padecía un problema renal degenerativo. Un problema de salud que tenía ya desde hacía varios años, pero que se agudizó el pasado mes de octubre. Fischer fue ingresado en un hospital y sólo pudo volver a casa siete semanas más tarde, a mediados de noviembre de 2007, cuando se encontraba en condiciones algo mejores. A mediados de enero volvió a ser ingresado por el deterioro de su estado de salud y resultó que tenía alto el nivel de creatinina en la sangre lo que causó su muerte el día 17 de enero de 2008.

Su paranoia final, el miedo terrible a la CIA.

Acompañado a veces por Miyoto Watai, su novia con sus cuentas bloqueadas, vivía de la caridad, recluido en un apartamento cercano a la bahia.

Fui a visitarlo al hospital y se negó a hablar.

Cuando recibió el alta en el hospital, los médicos le dieron unos cinco meses más de vida. Su novia Miyoko Watai se acercó desde Japón para pasar las Navidades con él. Volvió a Japón el 10 de enero, justamente antes del fallecimiento de Fischer. Miyoko, al llegar a Japón, prácticamente tuvo que coger el siguiente vuelo de vuelta para acudir al funeral.

Fischer vivía en el mismo edificio que su mejor amigo y portavoz, Garðar (Gardar) Sverrisson, cuya esposa Krisín por casualidad enfermera cuidaba del enfermo. Los dos hijos de Gardar, especialmente su hijo, eran muy amigos de Bobby. Fueron sus únicos amigos íntimos durante los últimos dos años de su vida.

Lo enterraron en secreto, sin ningún consentimiento oficial que luego trajo bastantes problemas. Pero ya para él había acabado todo.

3 comentarios:

  1. Muy interesante la vida de Fischer pero también muy triste realmente no tenía ni idea del sufrimiento que habría pasado.


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  2. Una lastima que el vampiro no pudiera tener conversaciones con el.
    Besito

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  3. Sí Aylita son esas vidas difíciles mezcladas con el éxito y el rechazo del mismo.

    Ya viste lo difícil que era el trato con él. Supongo que tendría algo de autismo. Parece que el genio, está muy ligado a esa enfermedad o la depresión, un ejemplo de esto último es nada menos que Newton. En fin.
    Besito

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